Quienes somos

Ganadería extensiva / no industrial.

El contexto actual de la montaña aragonesa es el de una desaparición acelerada de los rebaños en extensivo, es decir, de animales que pastan, andan y viven al aire libre la mayor parte del año. En cambio, crece la ganadería industrial e intensiva, esto es, animales encerrados permanentemente y exprimidos para producir al límite que permita su biología y más allá, sin escatimar en técnicas abusivas, en fármacos, en químicos, en hormonas, en la deformación física y genética, en la pérdida dramática de rusticidad y en la reducción drástica de la esperanza de vida de cada animal.

Alimentación natural del rebaño.

Nuestro rebaño sale a pastar a los montes comunales de Aragüés del Puerto todos los días (salvo que la nieve o la copiosa lluvia invernal nos lo impidan). Nuestras cabras paren para la primavera, para así poder aprovechar la abundante comida de esta estación, del verano y del otoño, que es cuando las ordeñamos. Así podemos prescindir, en gran parte, del pienso cultivado.

Nuestros montes pirenaicos son ricos en leguminosas, plantas éstas muy protéicas y nutritivas que permiten a las cabras producir una deliciosa y abundante leche.

A nuestras crabas[1] les encanta comer sobretodo arbustos que representan una parte enorme de su dieta. Con su recia boca ramonean zarzamoras, endrinos, escaramujos, rosales, aliagas, cornejos, hiedras, lianas, saúcos, espinos blancos, brezos, espantalobos, cornicabras, mijediegas, aligustres, montesinas, madreselvas…, o, cuando cae de los pinos o está al alcance, disfrutan a lo grande con el fascinante y protéico muérdago.

También comen excelentes y nutritivos alimentos como las hojas del roble, de la encina, de quejigos, de pinos, de hayas, de avellanos, de manzanos, de cerezos, de enebros, de tilos, de abedules, de arces, de ciruelos, de fresnos, de sáuces, de álamos, de alisos, de coscojas, de servales…

Y en cuanto a hierbas la lista sería interminable: pero sobre todo comen chunguetas, pampajaritos, pies de león, hierbas de asno, tamarillas, mostazas, hierbas de las monedas, manguitos, primaveras, gordolobos, cuajaleches, botones de oro, argentinas, cincoenrramas, alfalfas silvestres, dientes de león, barbas de cabra, cerrajas, vellosillas, escarolas silvestres, amores de hortelano, correhuelas, margaritas, angélicas, pies de oso, milenramas, manzanillas, cardos, tréboles, cártamos, achicorias y un largo, largo etcétera.

Nuestras cabras se alimentan de plantas, arbustos y árboles silvestres salvo cuando el invierno comienza a morder con severidad en los días de lluvia gélida y nieve, entonces se hace difícil la salida al exterior y les aportamos un puñado pequeño de cebada a cada una y hierba seca cultivada en las cercanías sin herbicidas, sin pesticidas y sin fungicidas.

Al aprovechar las bellotas; las avellanas; los hayucos; las setas; los frutos rojos del escaramujo; las moras; las cerezas del majuelo; los frutos negros del cornejo, del durillo y del aligustre; las vainas del espantalobos, de la cornicabra, de las coletúas o de las aliagas; y las semillas del tilo, del arce, del enebro o del fresno; o la fruta del manzano y del ciruelo… no necesitan fomentar los monocultivos industriales desertificadores y quimificados de granos como la soja. 


[1]Craba significa cabra en aragonés.

Simbiosis entre bosque y rebaño.

Las profundas raíces de los árboles bombean micronutrientes especiales que ningún otro vegetal es capaz de realizar y los ofrece generosamente en sus hojas y ramas, que nuestros animales van podando en sus andanzas diarias. Los árboles se robustecen con esta poda equilibrada, por ser muy extensiva, sin carga excesiva ni erosión. La poda de los llamados “chupones” fortalece, sin duda alguna, a los árboles y a su producción de semilla, y por lo tanto a su capacidad de reproducción. En agradecimiento los árboles otorgan protección a las cabras frente al severo sol del verano, frente al frío y viento del invierno (el bosque hace subir hasta tres grados la temperatura en su interior); y frente a determinadas moscas muy molestas. Además, el roce que los árboles y arbustos van realizando en los lomos de nuestras cabras en su andar diario les reduce el estrés y la ansiedad, que por ejemplo, les pueda producir un encontronazo con el oso o con perros extraviados de las monterías. 

Se ha de añadir, asimismo, que la saliva caprina posee unos componentes naturales que estimulan el rebrote en los vegetales- Esto hay que sumarlo a que les gusta andar sin parar; sumado también a un comunal sin vallas; y sumado de la misma manera a las propias estrategias que las plantas realizan por sí solas para moderar el ramoneo: acumulación de taninos, pinchos, amargor, toxicidad, etileo gasesoso… Esto hace que la acción del ramoneo sea suave y equlibrada, beneficiosa para el bosque. Igualmente su pelaje y estómago poliniza transportando semillas de aquí para allá (epizoocoria y endozoocoria).

Como agradecimiento al espléndido alimento que nos regalan los árboles, nuestras cabras dejan a sus pies sus excrementos fertilizadores que son como un super-alimento para los árboles y crema hidratante para la tierra seca y empobrecida.

Sistema de cría:

Nuestro rebaño sólo pare una vez al año, según el ciclo de la naturaleza, -como los sarrios salvajes de nuestro puerto-, y no forzamos el celo. Realizamos una monta natural sin hormonas ni inseminaciones artificiales. Reducimos el uso de antibióticos a casos de emergencia excepcionales. Nuestros cabritos se crían exclusivamente con la leche de sus madres, sin piensos compuestos ni leches en polvo industriales.

Calidad de vida del rebaño

La esperanza y calidad de vida de nuestras cabras es de las más altas que se puedan encontrar.

Entablamos una relación simbiótica mutualista con nuestros animales en la que nosotros les proporcionamos cuidados, atenciones, protección con nuestros molosos Montañas del Pirineo y nuestro rucio de salvaguarda; además les brindamos resguardo frente a las inclemencias climáticas; y ellas, nos proporcionan leche, carne, piel, cuajos, estiércol y una alegría profunda de estar a su lado. Unimos producción y transformación del producto evitando relaciones de abuso, siendo nosotros los pastores, queseros, distribuidores y vendedores al mismo tiempo.

Nos gustan los modelos donde los animales nos desarrollamos atendiendo a nuestras necesidades particulares, es decir, que las cabras vivan como cabras, las ovejas como ovejas, y los humanos como humanos. Y no humanizar a los animales ni maquinizarlos. Tanto animales como humanos somos un medio para otros pero también un fin en nosotros mismos.

Los deberes del pastor están insertos en la palabra pastoreo en el idioma euskérico, en el idioma francés, en el idioma inglés, en el idioma castellano y aragonés: “El ser humano ha de cuidar (artzain), debe elevar (eleveur), debe guiar (shepherd) y debe alimentar (pastoreo). El pastor no debe o no tiene derecho a depredar, a explotar a las ovejas o cabras. No debe mirar si puede, si no, si se debe”

Beneficios para el entorno:

La industria abusa de piensos y forrajes que aridifican, esquilman y agotan las tierras llanas. Provoca la mineralización del suelo matándolo y dejando la puerta abierta al desierto. Además llena de nitratos y químicos de alta toxicidad los acuíferos y ríos. Sin hablar de la salinización o la acidificación rampante.

Industria intensiva y pastoreo son como la noche y el día.

. El pastoreo con su aporte de materia orgánica mantiene el suelo vivo, aumenta la microbiología de éste; y a mayor suelo mayor retención de agua. Por lo que podemos afirmar que el pastoreo, y más aún el silvopastoreo, es un muro contra el desierto.

Pedro Montserrat, sabio de la ecología y gran botánico de Jaca, nos recordaba siempre en sus caminatas memorables por el Pirineo que el pastoreo hace aumentar la biodiversidad, cuida el bosque, el monte y sus suelos. Nos hablaba de la paradoja pastoral que aumenta la riqueza del ecosistema, y también, de cómo los pastores y sus rebaños han sostenido las poblaciones de animales silvestres. Una ligazón íntima con la existencia y vigor de las comunidades de buitres leonados y negros, alimoches, quebrantahuesos, córvidos, chovas, piquigualdas y piquirrojas, cornejas, melandros, zorros, garduñas, ginetas, gatos monteses, musarañas, hurones, milanos reales y negros (incluso lobos y osos, que si poseen carroña abundante de cabras y ovejas fallecidas de viejas o de enfermas no se ven en la necesidad de atacar a los rebaños vivos). Omnívoros como los jabalíes o los tejones se benefician también, e incluso las liebres que roen los huesos para calcificarse de cuando en cuando.

Los pastores y sus rebaños han jugado un papel crucial en el equilibrio de los montes y montañas peninsulares.

Los prados y pastizales mantenidos a diente; o los bosques saneados y clareados que con la reducción del sotobosque por ramoneo permiten mantener altas las producciones de flores y semillas, además de generar, como ya hemos dicho, un suelo vivo vía excrementos.

El suelo vivo, con humus, con materia orgánica, es capaz de almacenar mucha más agua que un suelo abandonado, en proceso de mineralización. Los rebaños producen humus y el humus permite almacenar humedad. La humedad, las flores y las semillas permiten que los insectos prosperen y junto a ellos las aves insectívoras y comedoras de semillas: pájaros como el chotacabras, el picapinos, el chochín común, el treparriscos o la perdiz pardilla. Ni que decir tiene el bien que las flores producen en las abejas y en la producción de miel.

Los rebaños vivifican con sus excrementos las frondosas que también mantienen el suelo vivo creando el mulch de hojas que son un todo de vida, (no como los monocultivos de pinos o eucaliptos alóctonos impuestos por el Estado, que acidifican el suelo y lo terminan aridificando).

Prados, pastizales y bosques silvopastoriles serán un hábitat inmejorable para los lirones, los desmanes, los topillos, los ratones de campo, las ardillas, las ranas, los tritones o las culebras. Por ejemplo, gracias al pastoreo se mantienen las poblaciones fuertes de estos tres últimos animales (ranas, tritones y culebras); y eso permite al águila culebrera vivir y reproducirse.

Los cárabos, las lechuzas, los búhos o el águila real se beneficia en extremo, también, del pastoreo.

Solamente en la península ibérica hay cerca de doscientos escarabajos coprófagos asociados directamente con los rebaños de extensivo. Por no hablar de la diversidad de bárragos, garrapatas, lombrices o sifonápteros (pulgas). Incluso los estudios sobre el urogallo vinculan su supervivencia a las comunidades rurales y a sus cultivos de cereal que permitía a este ave coger calorías extras con las que complementar su dieta y así poder criar mejor.

Las toneladas de excrementos que los rebaños esparcen por los montes genera, como ya hemos dicho, suelo fertilizado y vivo. A esto se le suma la ya mencionada paradoja del pastoreo en la que las plantas más apetecibles por los animales son las que más se fomentan y desarrollan, con lo que aumenta la productividad de todo el ecosistema permitiendo, entre otras cosas, más carga de herbívoros silvestres como el ciervo, el sarrio, el corzo, el conejo, las liebres…

Al aumentar la capacidad de retención de agua del suelo, gracias al pastoreo, se dificulta las escorrentías torrenciales catastróficas, además de que se ayuda a que plantas, árboles y arbustos puedan superar los períodos de estrés hídrico de finales del estío, cada día por desgracia más dilatados.

Repoblación rural y conservación de culturas tradicionales:

Sabemos que desde hace más de 10.000 años el pastoreo ha estado presente en el Pirineo occidental. Ha sido la actividad central para permitir la vida en estas montañas. La realidad aragonesa es la desaparición casi total de las atesanías y ganaderías pequeñas (menestrales y pegujaleros) haciéndose omnipresentes los monocultivos, las grandes industrias, las enormes distribuidoras, las macrogranjas y sus correspondientes infraestructuras de altísimo impacto ambiental y social.

Los rebaños en extensivo son además clave para evitar el abandono cultural y social del mundo rural.

Sostenemos viva la artesanía alimentaria del yogurt y el queso. Los fermentados nos han acompañado como humanidad durante los últimos milenios y esto ha generado una diversidad enorme de floras, fermentos y bacterias que hoy desaparecen ante la homogeneización industrial de fábricas cada vez más descomunales. Lo local y pequeño, en cambio, protege lo heterogéneo.

Hacemos un requesón que no lo encuentras en el mercado, un queso fresco fino como la seda, un yogurt de montaña natural y suave, un helado supersano, un queso curado tradicional y un queso de fermentación láctica perfecto para ensaladas y para acompañar en postres con miel del Pirineo. Tenemos una gran variedad de productos que ofrecemos sin plásticos y distribuimos en las cercanías.

Necesitamos bosques silvopastorales si queremos un futuro viable. Por eso estamos de acuerdo plenamente con el agrónomo Miguel Caxa de Leruela, que ya en 1631, escribía en su obra “Restauración de la antigua abundancia de España” que necesitamos mucho ganado, mucho monte, mucho pastoreo, mucho comunal y muchos pastores. Si se le hubiera hecho caso hoy tendríamos un medio ambiente boscoso y ubérrimo, y no el pre-desierto existente.

Silvopastoralismo y salud:

Nosotros planteamos una alternativa adaptada a los tiempos pero fundamentalmente tradicional. Con nuestro rebaño hacemos silvopastoralismo, que significa pastoreo en el bosque. Pastan, ramonean y “florean” casi todo el año por los montes, veredas, barrancos, peñas, caminos y bosques comunales de Aragüés del Puerto, en pleno Pirineo occidental oscense. Nuestros animales son muy andarines y los varios kilómetros que recorren tranquilamente al día se hace notar en su alegría, brillo, vitalidad, calma, salud y crecimiento; y en consecuencia en la nuestra, al tener una composición muy sana de su carne y de su leche.

Los alimentos que producimos gracias a nuestras cabras andarinas, que comen alimentos frescos y silvestres, que ingieren una alta diversidad de éstos con abundancia de vitaminas y aceites esenciales, poseen unas características determinadas por aminoácidos, micronutrientes y ácidos grasos particularmente sanos. Además beben agua de manantial recién aflorada de la montaña.

Proyecto libre de subvenciones:

No recibimos ningún dinero de la Política Agraria Comunitaria (PAC) ni subvención alguna, ni la hemos recibido nunca. Rechazamos deliberadamente estas “ayudas” porque nos empujan, bajo amenaza y chantaje velado, hacia el modelo industrial. Nuestro deber moral es resistir para mantener la escala humana y artesanal, clave para el futuro. Además, estas dádivas, a nuestro juicio envenenadas, otorgan al Estado un poder desmesurado sobre el campo que es contrario a las nociones básicas de libertad. Las subvenciones de la PAC dejan los precios por debajo del coste de producción generando una dependencia ponzoñosa con el Estado que deja al pastor en una situación de extrema debilidad y falta de resiliencia. Tras 33-34 años de existencia, el resultado está a la vista de todos: la desaparición de la mayoría de rebaños en extensivo y el crecimiento en flecha del agrobusiness, lo macroindustrial intensivo y el maltrato animal y medioambiental generalizado.

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